jueves, 11 de diciembre de 2008

Dentro del conjunto de recursos simbólicos que sostienen nuestra subjetividad, la narrativa ocupa un lugar particular. La narración es un modo privilegiado de socialización porque en ella nos reconocemos en las historias familiares, sociales y políticas que nos contaron, nos cuentan y que nosotros mismos relatamos. El relato de un cuento, un mito, un acontecimiento histórico y social, nos pone en comunidad, tanto en el eje del tiempo como en el eje del espacio; a su vez somos productores y generadores de nuevas historias.
Según Jerome Bruner, "mediante la narrativa construimos, reconstruimos, en cierto sentido hasta reinventamos, nuestro ayer y nuestro mañana. La memoria y la imaginación se funden en este proceso. Aún cuando creamos los mundos posibles de la "fiction", no abandonamos lo familiar, sino que lo subjuntivizamos, transformándolo en lo que hubiera podido ser y en lo que podría ser".
Contar una historia, resignifica y da sentido.

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